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Especismo y lenguaje

Foto: Catia Faria y Núria Almiron

* Por cortesía de las editoras y de la editorial os ofrecemos la Introducción al libro Especismo y lenguaje: Catia Faria y Núria Almiron (coords). Especismo y Lenguaje. Madrid: Plaza y Valdés.

Consideremos, por un momento, el experimento mental conocido en castellano como «el acertijo de la eminencia médica»1. Un padre y su hijo sufren un terrible accidente de coche y el hombre muere en el lugar de los hechos. Cuando el niño llega al hospital, dada la complejidad de su condición, deciden llamar al quirófano a una eminencia médica. Cuando llega, la eminencia médica se aparta y dice: «No puedo operar a este niño, es mi hijo». ¿Cómo es esto posible? A pesar de que la respuesta obvia es que la eminencia médica es la madre del niño, más de la mitad de las personas confrontadas con el acertijo no lo resuelve. De hecho, en la última revisión del acertijo, en 2021, menos de un tercio de les2 participantes (30 por ciento) respondió que la eminencia médica era una mujer, un número sorprendentemente menor que el de participantes (36 por ciento) que respondieron que el cirujano sería un segundo padre en una relación homosexual (Belle et al. 2021).

¿Por qué motivo ocurre esto? La respuesta común es que tenemos un sesgo basado en un estereotipo de género sobre los atributos de los hombres y de las mujeres que produce expectativas sobre cómo son y deben ser, excluyendo a las mujeres de nuestra representación de eminencia médica. El objetivo del experimento es, en primer lugar, poner en evidencia los sesgos de género que tenemos y, en segundo lugar, alertar de la necesidad de tomar consciencia del lenguaje que utilizamos y de su poder como herramienta discriminatoria. En particular, las elecciones lingüísticas que hacemos repetidamente en la comunicación cotidiana y que van alineadas con los estereotipos sobre un grupo —por ejemplo, la expresión sexista el médico y la enfermera— activan de manera automática los estereotipos correspondientes en les oyentes —siguiendo el ejemplo, los hombres destacan en la profesión médica mientras que las mujeres asumen un papel subordinado y de mero apoyo—, incluso en aquellas personas que no respaldan el estereotipo cuando este es explicitado (Menegatti y Rubinni 2017). De manera crítica, el impacto de nuestras opciones lingüísticas va más allá de la situación en la que se producen, afectando a la cognición y al comportamiento de les receptores en otros ámbitos y contextos más amplios, como en el caso de la eminencia médica.

La investigación sobre cómo el lenguaje realiza y reproduce discriminaciones contra determinados grupos humanos está hoy en día muy consolidada, en especial los estudios sobre cómo los procesos lingüísticos, desde las elecciones léxicas hasta la estructura gramatical de la mayoría de las lenguas, reproducen sutilmente estereotipos de género y las asimetrías sociales de estatus y poder a favor de los hombres3. Pero, ¿qué relación hay entre el lenguaje discriminatorio y el especismo? ¿Es esta una cuestión real que merece la pena perseguir o, por el contrario, como afirman algunes, por ejemplo, desde el Instituto Cervantes, es un asunto trivial, nada más que el último «fogonazo de la cultura woke»? (Borghini 2021).

En primer lugar, cualquier cuestión con el potencial de afectar a la aplastante mayoría de les habitantes de este planeta merece la pena ser considerada. Descartar el problema de entrada sugiere la existencia de un sesgo de especie que nos impide reconocer la relevancia de un asunto cuando este no afecta a los seres humanos. Ahora bien, en la medida en que reconozcamos la relevancia del especismo como un problema moral, debemos reconocer, al menos en principio, la relevancia moral del lenguaje especista. Nuestro objetivo con este libro es, a partir de un análisis exhaustivo de las diferentes manifestaciones del lenguaje especista, demostrar que este problema, por sus efectos dañinos en los demás animales, es, efectivamente, real, y ofrecer alternativas.

En segundo lugar, la referencia a la cultura woke no es aquí casual. En su sentido neutral en inglés, woke —i.e., «estar alerta o despierte»— se refiere a aquellas personas con consciencia sobre cuestiones de justicia social y que se manifiestan activamente sobre ellas. Recientemente, los sectores más conservadores de la esfera política se han apropiado de la expresión, que ha pasado a designar un conjunto de atributos que se caracterizarían por una excesiva vigilancia de las actitudes morales ajenas —incluyendo, de manera notable, cómo estas se reflejan en el lenguaje de les hablantes— y una predisposición para condenar, exponer y sancionar públicamente a todes quienes manifiestan posiciones discordantes respecto de lo considerado políticamente correcto, por lo que la actitud woke iría acompañada de un cierto postureo ético. En este sentido, la preocupación por el lenguaje especista se presentaría ya como el colmo de la cultura woke, evidenciando la hipersensibilidad social a la ofensa, en detrimento del reconocimiento a la libertad de expresión. ¿Es que ahora nos van a obligar a cambiar el lenguaje para no ofender a los animales?

Ahora bien, en la medida en que reconozcamos la relevancia del especismo como un problema moral, debemos reconocer, al menos en principio, la relevancia moral del lenguaje especista. Nuestro objetivo con este libro es, a partir de un análisis exhaustivo de las diferentes manifestaciones del lenguaje especista, demostrar que este problema, por sus efectos dañinos en los demás animales, es, efectivamente, real, y ofrecer alternativas.

Ahora bien, la idea de que el impacto del lenguaje discriminatorio se reduce a su capacidad de ofensa sería risible si no fuera moralmente problemática. Como hemos mencionado antes, las elecciones lingüísticas discriminatorias de les hablantes afectan a los procesos cognitivos de les oyentes, en particular a las representaciones mentales sobre grupos socialmente marginalizados, lo que a su vez configura las actitudes y comportamientos desfavorables hacia estos. Es cierto que, a menudo, en el caso humano, el contenido ofensivo del uso de lenguaje discriminatorio y el impacto psicológico que conlleva para las personas discriminadas es un factor relevante a tener en cuenta. Sin embargo, esta no es la única razón para rechazar el uso de dicho lenguaje y, posiblemente, ni siquiera es la más fuerte. En última instancia, los efectos más dañinos del lenguaje discriminatorio están en cómo la continua estigmatización y estereotipación de las comunidades socialmente marginalizadas incide negativamente en su autorrepresentación, así como en la representación social de las mismas, y cómo estas moldean la acción individual y colectiva. Si no fuera así, no habría razones decisivas para dejar de usar lenguaje discriminatorio fuera del campo perceptivo de las comunidades socialmente marginalizadas o hacia personas que, por distintas razones, no pudieran identificar su contenido discriminatorio, ya que no podríamos ofenderlas. Esto último resulta claramente inaceptable.

Si esto es así, entonces debemos reconocer, del mismo modo, que, si el lenguaje resulta dañino más allá de la especie humana, no se debe a su impacto directo en los demás animales —porque les provoque un estado mental negativo— sino al impacto indirecto de nuestro lenguaje en nuestras representaciones mentales sobre ellos y cómo tales representaciones contribuyen al refuerzo de nuestras actitudes y comportamientos especistas, tanto individual como socialmente. Así, o bien la crítica tergiversa deshonestamente el problema que nos ocupa, o bien asume una visión ética inaceptable, según la cual actuar éticamente es simplemente no ofender a les demás. Desde esta mirada, en la medida en que no ofendamos a les demás o les demás se ofendan de manera irrazonable, todo está permitido. En el fondo, no resulta sorprendente el déficit moral de esta crítica. La crítica a la cultura woke (léase toma de consciencia social) y a sus correlatos como lo políticamente correcto (léase, cualquier posición antidiscriminatoria) son parte de una estrategia de rescate de un statu quo en el que el valor supremo ha sido, ante todo, la libertad. Una libertad malentendida, esto es, libertad para discriminar impunemente haciendo uso de todas las herramientas disponibles para el poder, incluidas las lingüísticas, mientras se niega el ejercicio de la libertad a todes les demás subalternes, independientemente de la especie. Contrarrestar esta tendencia es otro de los objetivos de este libro. Si eso nos hace woke o no es totalmente irrelevante. En realidad, parece necesario estar bien alerta o despiertes para resistir a la fuerza y a la injusticia del especismo y sus múltiples ramificaciones en el lenguaje.

¿Cuál es, entonces, la relación entre el especismo y el lenguaje? ¿En qué medida se refleja el especismo en las elecciones lingüísticas de les hablantes? ¿Se limita el lenguaje a plasmar el especismo generalizado o contribuye, además, a reforzarlo? Estas son cuestiones complejas y, a nuestro entender, muy poco exploradas. Notables excepciones pueden encontrarse en el trabajo pionero de Joan Dunayer (1995, 2001), que presenta un tratamiento exhaustivo del lenguaje especista aplicado al contexto anglófono, y en menor medida en el análisis que lleva a cabo Carol Adams (2016 [1990]) sobre cómo la terminología gastronómica hace desaparecer a los animales no humanos de nuestras representaciones mentales. Más recientemente, destacan los estudios innovadores sobre los sesgos especistas en las tecnologías de procesamiento algorítmico, entre ellas los modelos de lenguaje natural y los sistemas de recomendación, que desempeñan un importante papel en perpetuar y normalizar la violencia contra los demás animales (Hagendorff et al. 2022, Takeshita et al. 2022, Leach et al. 2022). Finalmente, especial mención merecen las aproximaciones antiespecistas al discurso, la retórica y el lenguaje desde los estudios culturales, los estudios críticos animales y los estudios críticos en comunicación para el caso de la lengua inglesa, esferas en las que la herencia de Dunayer y Adams ha tenido una considerable influencia. Desde estos campos se ha abordado la relación entre especismo, poder y lenguaje en general (Stibbe 2001), en relación con la masculinidad (Gambert y Linné 2018), en los medios de comunicación (Freeman 2009, Cole 2016, Stewart y Cole 2016, Khazaal y Almiron 2016), en el discurso político (Freeman y Leventi-Perez 2012) o en el discurso de los grupos de interés (Almiron y Khazaal 2016, Ruiz Carreras 2021), entre otros.

A pesar del trabajo realizado durante más de dos décadas en el ámbito anglófono y de los nuevos caminos abiertos por la investigación más reciente, hasta donde sabemos el problema del lenguaje especista en la lengua castellana no se ha abordado de manera sistemática en la academia y sigue siendo residual en el activismo. Nuestra pretensión no es, así, inaugurar el debate, sino, más bien, basándonos en las discusiones anteriores, situar las preguntas relevantes en el contexto de la lengua castellana, con lo que ello implica de especificidad lingüística. En ocasiones, llegamos a conclusiones parecidas a las de les autores anglófones, en muchas otras nos distanciamos significativamente de ellas. En ciertas cuestiones tendremos respuestas definitivas —tanto como lo permita la falibilidad humana y la necesaria humildad epistémica— pero en la mayoría de ellas no agotaremos la discusión. Nuestras conclusiones son enteramente revisables, y es deseable que así lo sea, a la luz de nuevos datos, de una mayor comprensión sobre la interacción entre cognición y lenguaje y, sobre todo, en función del contexto cultural y sociopolítico de les hablantes del castellano. No hemos pretendido abarcar en nuestro análisis a todo el universo hispanohablante4, dado nuestro rechazo a universalizar y homogeneizar la variabilidad lingüística, y sobre todo por nuestro compromiso con la producción de conocimiento más allá de la tradición occidental. Nuestras respuestas a las preguntas iniciales no ofrecen, por tanto, un relato totalizador de la compleja relación entre el especismo y el lenguaje. Se trata de un relato. Nuestro relato.

Qué es el especismo

Lo anterior nos obliga a aclarar los conceptos básicos en discusión tal y como los entendemos aquí. El lenguaje especista consiste en el uso de terminología que tiende a degradar, ignorar o estereotipar a animales de determinadas especies, reflejando la creencia, a menudo inconsciente, de que unos son inferiores a otros, por lo que estaría justificado tratarlos peor. Por otro lado, el especismo es una forma de discriminación que consiste en la consideración o el trato desventajoso injustificado de ciertos individuos por no pertenecer a una determinada especie o por no poseer determinados atributos supuestamente específcos de esa especie (e.g., Horta y Albersmeier 2020, Faria 2023).

Es importante remarcar que, al igual que otras formas de discriminación, el especismo se produce tanto individual como estructuralmente. A nivel individual, el especismo está presente en nuestras actitudes y comportamientos, es decir, en nuestras creencias, emociones y predisposiciones a considerar o tratar peor a los demás animales, así como en nuestras prácticas desfavorables hacia ellos. Así, por ejemplo, muchas personas creen que está justificado explotar a los demás animales para alimentación, ropa y entretenimiento, como herramientas de trabajo y experimentación; albergamos emociones positivas o neutrales hacia su exterminio como plagas e invasores y estamos predispuestes a abandonarlos en catástrofes y en la enfermedad. Además, actuamos con base a estas actitudes, explotando, exterminando e ignorando a los demás animales en multiplicidad de contextos donde jamás lo haríamos si fueran seres humanos en circunstancias similares. Ahora bien, el especismo no se limita a las acciones y prejuicios de los individuos. La reproducción de las actitudes y prácticas especistas las hace profundamente arraigadas y hablantes natives de esas variedades normalizadas en prácticamente todas las dimensiones de la interacción social, transformando el especismo en un fenómeno estructural. A nivel estructural, el especismo está incrustado en todas las instituciones sociales, desde la economía y los medios de comunicación, pasando por el sistema de justicia y educativo, hasta los sistemas políticos que gobiernan nuestras sociedades.

De especial importancia para nuestro análisis, el contenido de las actitudes especistas y su incrustación estructural se refleja en las elecciones lingüísticas de les hablantes, de forma que el lenguaje contribuye a transmitir y reforzar el especismo y produce, a menudo, una discriminación contra los animales no humanos. Esto implica que, a la hora de ofrecer un relato completo sobre el especismo y cómo este se realiza en el lenguaje —en otras palabras, explicar el comportamiento lingüístico especista de les agentes— a menudo necesitaremos apelar no solo a la psicología individual, sino a cómo esta se sitúa en relación al conjunto —la estructura— de la que forma parte. Necesitaremos, por tanto, identificar lo que se ha llamado «la huella invisible» (Haslanger 2016, 121-123), es decir, la estructura social que constriñe a los individuos y explica, en gran medida, las actitudes y los patrones de comportamiento especista. Como señala Haslanger (2016, 127): «Los constreñimientos sociales establecen límites, organizan el pensamiento y la comunicación, crean una arquitectura de elección; en resumen, estructuran el espacio de posibilidad de la agencia […]»5. Sin dar cuenta de cómo los individuos se sitúan dentro del conjunto de relaciones que constituyen la estructura, el especismo, se podría decir, en tanto sistema injusto, quedaría invisibilizado.

Ahora bien, ¿cómo se establecen tales estructuras sociales? Es decir, ¿cómo se justifican o respaldan las prácticas e instituciones especistas injustas? A través de la ideología especista. La ideología especista es un conjunto de ideas, creencias, actitudes y prácticas, sostenidas consciente o inconscientemente, que dan forma, refuerzan y justifican la dominación y marginalización estructural de los demás animales. En este sentido, la ideología especista funciona como un medio de construir y no solo reflejar la realidad social especista, enmarcando así las posibilidades de las relaciones entre humanos y no humanos.

Conceptualizar el especismo en términos del sistema o estructura que guía la agencia —de la que forman parte las actitudes de los individuos—, así como hacer explícita la ideología que lo avala, nos permite examinar cómo el especismo se solapa con otros sistemas sociales injustos, como el patriarcado o la supremacía blanca, e identificar los constructos ideológicos relacionados, entre ellos, el respaldo a las jerarquías sociales y la justificación del sistema (e.g., Caviola et al. 2018, Dhont et al. 2016).

Qué encontrarás en este libro

Partiendo de este reconocimiento, el libro se estructura de la siguiente forma. La primera parte, Especismo, supremacismos y lenguaje, de carácter más teórico, analiza cómo el especismo se solapa con otras formas de supremacismo entre seres humanos y el papel del lenguaje en el bucle de retroalimentación que se genera entre sistemas sociales injustos. Si investigar este solapamiento nos parece en general importante, cobra especial relevancia en el ámbito de un análisis lingüístico, dada la omnipresencia de terminología peyorativa interseccional, es decir, expresiones lingüísticas cuyo efecto despectivo se dirige, a la vez, a más de un grupo socialmente marginalizado.

En «Especismo y capitalismo», Núria Almiron analiza los profundos vínculos históricos entre el capitalismo y el especismo. En particular, defiende que, mientras que el especismo precede al capitalismo, el capitalismo asume una forma especista desde su origen y eleva a una escala sin precedentes la violencia contra los demás animales. Almiron defiende, además, que bajo el capitalismo los animales no humanos son la clase trabajadora más oprimida, y expone los efectos de esta opresión en términos de la desposesión que se produce, a la vez, en humanos y no humanos.

En «Especismo y patriarcado», Carrie Hamilton problematiza los enfoques tradicionales sobre la cuestión del especismo y defiende, siguiendo a Val Plumwood, que el especismo y el patriarcado son sistemas de poder interrelacionados basados en una serie de dualismos ideológicos e históricos naturalizados que oprimen simultáneamente a seres humanos y no humanos. Según la autora, es necesaria una comprensión profunda sobre la relación entre estos dos conceptos, con vista a una alianza entre la liberación animal y de género.

En «Especismo y racismo», Daniela Romero Waldhorn repasa la comparación con los animales no humanos de la que se ha servido históricamente el racismo para luego revisar la investigación más reciente sobre el especismo y el racismo en tanto fenómenos psicosociales. Señala que la relación entre especismo y racismo está apuntalada en la división humano/animal, mediante la cual la deshumanización animalística opera como mecanismo de devaluación. Los estudios sugieren, además, que la división humano-animal correlaciona con preferencias no igualitarias intraespecie.

En «Especismo y capacitismo», Pattrice Jones defiende que tanto el capacitismo como el especismo tienen sus raíces en la definición del ser humano como un animal racional que utiliza el lenguaje. Esa definición errónea aleja a los seres humanos del mundo supra-humano y conduce a otros numerosos errores. Recomienda que seamos conscientes de estas intersecciones cuando abogamos por los animales y/o las personas con diversidad funcional.

En «Especismo y gordofobia», Laura Fernández analiza el uso gordofóbico y especista del lenguaje. En particular, expone las connotaciones negativas del término gorda/e/o y las creencias estereotipadas sobre aquellas personas a las que se aplica. Prosigue examinando la animalización de los cuerpos gordos y el uso despectivo de las denominaciones de especies no humanas hacia estos, que perpetúa la opresión simultánea de los cuerpos gordos y de los no humanos. Finalmente, Fernández propone una revisión del lenguaje gordofóbico y especista a través de la resistencia lingüística y la reapropiación política.

En «Especismo e ideología», Kiko Izquierdo defiende que el especismo es una ideología, señalando sus rasgos definitorios en términos de construcción y legitimación de una realidad social caracterizada por la normalización de diferentes manifestaciones del supremacismo humano. A continuación, reflexiona sobre el papel del lenguaje en general y del discurso en particular a la hora de establecer y perpetuar ideologías, y cómo esto sucede en el caso del especismo.

La segunda parte del libro, Lenguaje especista y explotación animal, inaugura el análisis práctico que marcará el resto de los capítulos, remarcando cómo el lenguaje especista se manifiesta en el contexto de la explotación animal.

En «Lenguaje especista e industria alimentaria», Núria Almiron examina el lenguaje utilizado en el sector de la alimentación para referirse a la actividad de la explotación y a qué humanos y animales se explota, señalando cómo diferentes estrategias lingüísticas nos permiten evadirnos, romantizando y naturalizando este sistema de opresión, y a la vez cosificando y ocultando la subjetividad de sus principales víctimas y los daños que padecen.

En «Lenguaje especista e industria de la leche», Núria Almiron y María Ruiz Carreras analizan el lenguaje de la industria del fluido materno que se extrae de ciertos mamíferos hembras, en su mayoría vacas. El texto identifica las trampas lingüísticas que naturalizan y normalizan esta explotación, especialmente las supresiones u omisiones del lenguaje, al amparo del patriarcado.

En el siguiente capítulo, «Lenguaje especista y experimentación», Fabiola Leyton expone el uso especista del lenguaje en la investigación científica que utiliza a animales no humanos, en particular a partir de la figura del animal como herramienta y como dato-indicador, un lenguaje presente en el discurso sobre bienestar animal dentro del sector. A la vez, ofrece alternativas que ayuden a superar este paradigma antropocéntrico.

Finalmente, en «Lenguaje especista y entretenimiento», Olatz Aracenta-Reboredo problematiza el lenguaje especista dominante en el discurso de la industria recreativa para normalizar y legitimar la violencia que conllevan las actividades de entretenimiento con animales no humanos, por ejemplo, camuflando el sufrimiento de los individuos y representando estas actividades como educativas.

En la tercera parte del libro, Lenguaje especista y naturaleza, se examina cómo el lenguaje especista se manifiesta respecto de los animales no domesticados, en particular de quienes viven en la naturaleza o en los márgenes de los asentamientos humanos.

Eze Paez inaugura el apartado, defendiendo en «Lenguaje especista, naturaleza y libertad» que, si los animales silvestres merecen consideración moral plena, debemos revisar los usos problemáticos de ciertos términos. En particular, el uso de naturaleza no debe ser confundido con el de animales silvestres. Asimismo, a pesar de que vivan en la naturaleza y estén fuera del control humano directo, es incorrecto decir que los animales silvestres son libres.

En «Lenguaje especista y gestión medioambiental», Catia Faria empieza por examinar el término salvaje y propone la utilización de términos menos valorativos, como silvestre. En este capítulo se analiza lo que se califica como neolengua conservacionista, señalando cómo esta limita las alternativas de interacción más éticas entre seres humanos y animales silvestres. El texto finaliza con el análisis de términos peyorativos de uso extendido y concluye que deben ser rechazados por los daños representacionales que conllevan.

En «Lenguaje especista y caza», Catia Faria y Júlia Castellano diseccionan el lenguaje de la caza. En primer lugar, se defiende referirse a la caza como deporte, pero rechazando que sea un deporte éticamente justificado y rebatiendo el uso de las expresiones caza ética y caza justa utilizadas por los cazadores. Finalmente, el texto analiza el lenguaje del amor y la erótica de la caza como pedagogía patriarcal a ser combatida en el lenguaje y fuera de él.

Dayrón Terán cierra la tercera parte del libro con «Naturaleza y el significado de especismo», señalando cómo el término especismo, al ver restringido su uso por referencia exclusiva al contexto de la explotación, conlleva, a menudo, una discriminación hacia un número abrumador de animales no humanos, al excluir del ámbito de su aplicación a los animales silvestres que sufren y mueren por motivos naturales. Asimismo, aclaran otras confusiones que suelen ir asociadas al uso del término y que resultan, en última instancia, dañinas para los demás animales.

La cuarta parte del libro, Lenguaje especista y cultura, examina cómo el lenguaje especista se manifiesta en el contexto de la cultura.

En «Lenguaje especista y derecho», Paula Casal y Macarena Montes denuncian cómo, a pesar de su carácter formal, el lenguaje del derecho está plagado de expresiones especistas. En particular, las autoras examinan cómo los textos legales se refieren a los individuos no humanos en función del beneficio que su especie representa para los seres humanos, así como la división del universo jurídico en cosas y personas, perteneciendo los animales no humanos a la primera categoría.

En «Lenguaje especista y modismos populares», Montserrat Escartín Gual incluye un inventario de usos de la lengua española (modismos, frases hechas, refranes, etc.) con el objetivo de evidenciar las connotaciones negativas que arrastra su utilización. Escartín propone sustituir las expresiones especistas por un lenguaje neutro que evite perpetuar la perspectiva antropocéntrica que arrastran los uso heredados de la lengua.

Finalmente, en «Lenguaje especista y peyorativos», Teresa Torres Bustamante propone una semántica para los peyorativos especistas (nombres de animales de otras especies usados como insultos). El análisis argumenta que los peyorativos especistas son peyorativos de grupo, usados para discriminar a los animales no humanos y legitimar su explotación. De ello se sigue que constituyen un discurso de odio hacia los animales no humanos, por lo que se debe rechazar y cuestionar su uso.

Con el objeto de clarificar los usos lingüísticos, todos los capítulos utilizan la cursiva para señalar las expresiones o términos especistas que son objeto de discusión y cuyo uso se desaconseja. En sintonía con el objetivo final de este libro —evitar el uso de lenguaje especista—, todos los capítulos aplican algún tipo de lenguaje inclusivo no solo con respecto a la especie, sino también con respecto al género, en particular, en el contexto humano, dejando a la consideración de les autores los mecanismos específicos de aproximación a ese ideal. Esperamos que este volumen sirva al mayor número posible de personas, tanto activistas en defensa de los animales como no activistas, pero con deseos de implementar un uso consciente y no discriminatorio del lenguaje, que en definitiva no perpetúe ideas supremacistas de ningún tipo, tampoco por razón de especie6.

Referencias
-Adams, Carol J. 2016 [1990]. La política sexual de la carne. Una teoría crítica feminista vegetariana. Madrid: Ochodoscuatro Ediciones.
-Almiron, Núria y Khazaal, Natalie. 2016. «Lobbying against compassion. Speciesist discourse in the vivisection industrial complex». American Behavioral Scientist 60(3): 256-275.
-Belle, Deborah; Tartarilla, Ashley B.; Wapman, Mikaela; Schlieber, Marisa y Mercurio, Andrea E. 2021. «“I Can’t Operate, that Boy Is my Son!”: Gender Schemas and a Classic Riddle». Sex Roles 85(3): 161-171.
-Borghini, Lorenzo Gallego. 2021. «Especismo». El Trujamán. Revista de Traducción. Instituto Cervantes. 21 de noviembre de 2021. .
-Caviola L., Everett J. A., Faber N. (2018). «The moral standing of animals: Towards a psychology of speciesism». Journal of Personality and Social Psychology. Advance online publication. doi: 10.1037/pspp0000182.
-Cole, Matthew. 2016. «Getting (Green) Beef: Anti-Vegan Rhetoric and the Legitimizing of Eco-Friendly Oppression». En Núria Almiron, Matthew Cole y Carrie P. Freeman (editores): Critical Animal and Media Studies. Communication for Nonhuman Animal Advocacy, pp. 107–123. Nueva York: Routledge.
-Dhont K., Hodson G., Leite A. C. (2016). «Common ideological roots of speciesism and generalized ethnic prejudice: The social dominance human-animal relations model (SD-HARM)». European Journal of Personality, 30, 507–522. doi: 10.1002/per.2069.
-Dunayer, Joan. 1995. «Sexist words, Speciesist roots». En Animals & Women: Feminist Theoretical Explorations. Editado por Carol J. Adams y Josephine Donovan, 11-27. Durham: Duke University Press.
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-Faria, Catia. 2023. Animal Ethics in the Wild: Wild Animal Suffering and Intervention in Nature. Cambridge: Cambridge University Press.
-Freeman, Carrie P. 2009. «This Little Piggy Went to Press: The American News Media’s Construction of Animals in Agriculture». The Communication Review 12(1), 78 -103.
-Freeman, Carrie P. y Leventi-Perez, Oana. 2012. «Pardon Your Turkey and Eat Him Too: Antagonism Over Meat-Eating in the Discourse of the Presidential Thanksgiving Turkey Pardoning». En J. Frye y M. Bruner (eds.). The Rhetoric of Food: Discourse, Materiality, and Power (pp. 103- 120). Nueva York: Routledge.
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-Hagendorff, Thilo; Bossert, Leonie; Fai, Tse Yip y Singer, Peter. 2022. «Speciesist bias in ai–how ai applications perpetuate discrimination and unfair outcomes against animals». arXiv preprint arXiv:2202.10848
-Haslanger, Sally. 2016. «What is a (social) structural explanation?». Philosophical Studies 173.1: 113-130.
-Horta, Oscar y Albersmeier, Frauke. 2020. «Defining speciesism». Philosophy Compass 15.11: 1-9.
-Khazaal, Natalie y Almiron, Núria. 2016. «“An Angry Cow is Not a Good Eating Experience”: How US and Spanish media are shifting from crude to camouflaged speciesism in concealing nonhuman perspectives». Journalism studies 17(3): 374-391.
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-Ruiz Carreras, María. 2021b. «La lechera y el lobby: Análisis del discurso de los grupos de presión de la industria láctea europea». Revista Latinoamericana de Estudios Críticos Animales 8(2): 194-238.
-Stewart, Kate y Cole, Matthew. 2016. «The Creation of a Killer Species: Cultural Rupture in Representations of ‘Urban Foxes’ in the UK Newspapers». En Núria Almiron, Matthew Cole y Carrie P. Freeman (editores). Critical Animal and Media Studies. Communication for Nonhuman Animal Advocacy, pp. 124–137. Nueva York: Routledge.
-Stibbe, Arran. 2001. «Language, Power and the Social Construction of Animals». Society & Animals 9(2): 145–161.
-Takeshita, Masashi; Rzepka, Rafal y Araki, Kenji. 2022. «Speciesist Langua- ge and Nonhuman Animal Bias in English Masked Language Models». arXiv preprint arXiv:2203.05140 (2022).

  1. En su formulación en inglés, el acertijo se conoce como the surgeon riddle, pero, dado que surgeon no conserva su neutralidad de género en castellano, se ha optado por el término aproximado eminencia médica. Ver, por ejemplo, «Tu respuesta a este acertijo dice mucho de tus prejuicios», El País, 9 de mayo de 2018 . https://verne.elpais.com/verne/2018/03/09/articulo/1520611883_345855.html ↩︎
  2. Utilizaremos «elle/elles» como pronombre genérico neutro para referirnos a cualquier ser humano cuyo género sea desconocido o irrelevante para el contexto de uso. ↩︎
  3. Para una visión general ver Manigatti y Rubinni (2017). ↩︎
  4. El capítulo 17, no obstante, nos ofrece un análisis del lenguaje peyorativo desde la variedad lingüística del idioma, recogiendo los diversos giros lingüísticos con les hablantes natives de esas variedades. Nos parece que ello está justificado, al tener su autora, en cuanto lingüista peruana, un punto de vista epistémico privilegiado sobre esta materia. ↩︎
  5. «Social constraints set limits, organize thought and communication, create a choice architecture; in short, they structure the possibility space for agency […]. Elucidating this possibility space and the position of an individual within the structureof that space, can explain their behavior». ↩︎
  6. Este volumen ha sido elaborado en el marco del proyecto de investigación COMPASS («Lobbying and Compassion. Interest groups, discourse and nonhuman animals in Spain») PID2020-118926RB-100/MICIN/AEI/10.13039/501100011033, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y la Agencia Estatal de Investigación. ↩︎

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Fuente original: https://redeslibertarias.com/2024/09/20/especismo-y-lenguaje/