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Filosofar entre rejas

‘Filosofar entre rejas’, de José Barrientos (ed.)

“El objetivo de José Barrientos Rastrojo (editor del libro y profesor de la Universidad de Sevilla) es fortalecer el pensamiento crítico, conocerse mejor y aprender a controlar las emociones. Su herramienta es la filosofía estoica”

OPINIÓN. ECOselección BlogSOStenible. Por Pepe Galindo
Profesor de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la UMA

01/07/22. 
Opinión. El profesor de la UMA, Pepe Galindo, comparte en su espacio de colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com textos de su web BlogSOStenible. En esta ocasión recomienda el libro ‘Filosofar entre rejas’, de José Barrientos: “Acercar la filosofía a los que están privados de libertad puede tener importantes beneficios. Este libro muestra la experiencia de un grupo de personas expertas...

...en filosofía que han trabajado en prisiones de España y Latinoamérica. En el fondo, cualquier vida puede convertirse en una cárcel. Y a la vez, es posible sentirse libre estando en prisión”.

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‘Filosofar entre rejas’, de José Barrientos (ed.)

Acercar la filosofía a los que están privados de libertad puede tener importantes beneficios. Este libro muestra la experiencia de un grupo de personas expertas en filosofía que han trabajado en prisiones de España y Latinoamérica. En el fondo, cualquier vida puede convertirse en una cárcel. Y a la vez, es posible sentirse libre estando en prisión.

El objetivo de José Barrientos Rastrojo (editor del libro y profesor de la Universidad de Sevilla) es fortalecer el pensamiento crítico, conocerse mejor y aprender a controlar mejor las emociones. Su herramienta es la filosofía estoica.

Estoicismo experiencial y enkrateia

La filosofía no es solo para explicarla en clases teóricas. Se puede también practicar y aprender de las experiencias de la vida.


El estoicismo es una escuela filosófica que suele decirse que surge con Zenón de Citio (siglo III a.C.) y dura hasta Marco Aurelio (siglo II), aunque en realidad la filosofía estoica nunca se fue del todo. En esta escuela se enmarcan Epícteto, Séneca, Crisipo, Sellar, Foucault y Boecio, por citar algunos personajes. La esencia del estoicismo podría ser la imperturbabilidad ante las dificultades de la vida (el ethos), es decir, controlar bien las pasiones para no ser dominados por los instintos. Se trata de entrenarse (como gladiadores) para poder soportar los golpes de la fortuna (en tres dimensiones: el logos, el ethos y la physis).

Boecio escribió en prisión La consolación de la filosofía, un año antes de ser ejecutado. Pretende explicar por qué a veces los malvados tienen éxito y los justos pueden acabar condenados. De ahí toma el nombre el proyecto BOECIO para llevar la filosofía a las cárceles. No pretende la reinserción social de los presidiarios, sino sacar a las personas del estereotipo de ciudadano que consume para ser feliz. Son muchos los que roban para satisfacer esas necesidades falsas y artificiales que nos han colocado en la mente.

En la cárcel —como en la vida— resulta muy útil aprender a manejar la violencia, la manipulación, el pensamiento crítico y la cooperación. Como dice Barrientos, «la libertad no se posee, sino que se entrena para poder ejercerse». La vida puede ofrecernos una prisión más cerrada que una cárcel. Por ejemplo, cuando deseamos comprar algo que no necesitamos, o cuando no podemos disfrutar de las vacaciones que nos gustaría.

El estoicismo llama pasiones a las emociones dañinas (ira, ignorancia, codicia, culpa, insatisfacción…) y sugiere analizar los problemas de la vida primero desde fuera, como un espectador en un teatro, y luego desde dentro. El budismo se acerca al estoicismo al intentar eliminar el apasionamiento desmedido y gobernar las pasiones (enkrateia), o los estados alterados de conciencia. Para ello, se proponen once mecanismos. Uno consiste en estar atentos a los primeros síntomas y detener ahí la pasión, intentando ver la realidad, sin interpretaciones. También se puede aplicar el humor; y dejar de darle vueltas mentales al problema: hay que pensar menos y actuar más (ocuparse y no preocuparse), pero sin pretender conseguir un logro. Es decir, hay que actuar en conciencia, desapegados del objetivo (tal y como Vivekananda explicaba en su Karma Yoga). Otras técnicas son apartarse de personas o situaciones que nos generan problemas; y entender que los contratiempos (o enemigos) son oportunidades para crecer y para demostrar nuestra fortaleza.

Podemos perderlo todo

La Praemeditatio malorum es una actividad que consiste en imaginar que perdemos algo, con el objetivo de prepararse para esa posibilidad. Dado que la persona sabe que la pérdida no es real, hay cierta relajación que facilita el entrenamiento. Se puede empezar imaginando pérdidas poco dolorosas e ir aumentando la importancia.

Al morir, lo perdemos todo. Por eso es importante prepararse para perder cualquier cosa, incluso la vida. Como efecto secundario, se consigue apreciar más lo que tenemos, empezando por el simple hecho de vivir. Librarse de apegos y deseos es esencial para evitar el sufrimiento. La vida nos enseña que podemos perder cualquier cosa que sea valiosa para nosotros. Es mejor estar preparados.

Es un error suponer que todo lo que tenemos lo hemos conseguido exclusivamente por nuestro esfuerzo. Entender eso nos hace ser más agradecidos. El ejercicio sobre esto debe incluir reflexionar sobre lo que hacemos para conservar aquello que valoramos. En el caso de que sean personas, se puede contactar con ellas para mostrarles explícitamente agradecimiento.

Un ejercicio adicional sobre esto es practicar la pérdida de algo real de forma voluntaria. Por ejemplo, dejando de comer algo que nos guste, evitando fumar unos días, rechazando usar un brazo en ciertas actividades, regalando algo…

Otra técnica es la prosoché, el acto de atención. Consiste en centrar la mente en el presente y alejarla de otros pensamientos. Podemos fijarnos en nuestras percepciones, deseos y aversiones concretas. Esto es muy similar a algunas prácticas budistas y al mindfulness.

Aceptación

En toda vida hay situaciones que no se pueden cambiar. En tal caso, la frustración es fácil que surja, pero también es inútil. En cambio, aceptar las cosas como son nos permite vivir con mayor serenidad. Algunas preguntas clave que se plantean son: ¿Podemos ser felices estando privados de libertad? ¿La libertad depende de nosotros?

Uno de los ejercicios que se plantean es poner audios con sonidos incómodos o fotos desagradables, por ejemplo, de temas ambientales (contaminación, basuras, deforestación…). El ejercicio consiste en pensar cómo incentivar la aceptación humilde, a la vez se reflexiona sobre qué se puede hacer ante esa situación. Hay que ejercitarse en buscar soluciones y, donde no sea posible actuar, evitar el enfado y la queja constante. Séneca decía que «hay que habituarse a la condición de uno y quejarse de ella lo menos posible», e invitaba a usar la razón para buscar soluciones cuando sea posible.

Otro ejercicio que se plantea es buscar situaciones reales y estresantes para los participantes. El objetivo puede ser rendirse ante todo aquello que no se puede controlar. Séneca diría que esto es lo propio en seres extraordinarios que logran desprenderse de todo, para dedicarse a su propia vida. Por su parte, Epícteto dijo: «Suelta el deseo; no desees mucho y lo obtendrás»; y también: «No pretendas que lo que sucede, suceda como quieres, sino quiérelo tal como sucede, y te irá bien».

Epícteto añadió: «Nunca digas respecto de nada “lo he perdido”, sino “lo he devuelto”». Esto nos recuerda que todo lo que tenemos, lo tenemos prestado. Toda la vida es de paso. Por eso, debemos buscar la belleza en todo. Marco Aurelio encontraba fealdad en ciertas cosas (la podredumbre, o la espuma de la boca de los jabalíes) y de ellas dijo que «sin embargo, al ser consecuencia de ciertos procesos naturales, cobran un aspecto bello y son atractivas».

Para lograr esa aceptación es útil usar la fortaleza estoica. Una técnica que recomendaba Marco Aurelio es alejarse mentalmente de la circunstancia que provoca el conflicto. Es como visualizar los hechos desde arriba, de forma alejada y externa.

Gymnastiké y diakrisis

Los estoicos no solo trabajaban la mente. También el cuerpo. Esta gimnasia (gymnastiké) puede ser de muchas formas. El libro recomienda pequeñas situaciones físicas adversas. El objetivo no es sufrir sino fortalecerse. Epícteto veía bien acostumbrarse a pasar frío, calor, sed, hambre, a una cama dura, a tener paciencia en el trabajo e incluso a saber abstenerse de placeres. Controlarse a uno mismo nos prepara para poder afrontar las adversidades (físicas y psíquicas).

Los ejercicios que nos proponen pueden ser, por ejemplo: ayunar, no fumar, dormir en el suelo algún día, hablar con alguien que nos resulte antipático, guardar silencio durante 24 horas, aguantar la respiración, ejercicios de calistenia (flexiones, sentadillas…), aguantar situaciones indeseables (ruidosas, con frío…), etc. Según Séneca, soportar los tormentos nos obliga a usar grandes virtudes: paciencia, fortaleza, prudencia o perseverancia, por ejemplo. Por su parte, Epicteto recomendaba «hacer desaparecer de la propia vida los padecimientos y las lamentaciones».

Marco Aurelio resaltó que mucha gente busca retirarse lejos para descansar, cuando retirarse en uno mismo es algo más fácil, y al alcance de todo el mundo.

El proceso de diakrisis es el que permite distinguir lo que podemos modificar de nuestra existencia de aquello que es inmutable o no depende de nosotros. Los estoicos animan a ocuparse de cambiar lo primero y aceptar lo segundo. El libro comenta varias técnicas para ambas cosas. Un ejemplo: Si no está en nuestra mano evitar la muerte de un ser querido o resucitarlo, hay que ser indiferente para que, al menos, la vida no nos robe el sosiego y el equilibrio. Pero aclara: La aceptación no es sinónima de inacción (…), sino un mecanismo inteligente para dirigir las fuerzas limitadas hacia aquello que se pueda cambiar. Séneca decía: «Esfuérzate en no hacer nunca nada a la fuerza» (lo cual recuerda al wu-wei del taoísmo).

Phantasia y pantasma

Crisipo y Epícteto destacan cómo, nuestra interpretación de lo que nos sucede dirige nuestra vida. Crisipo llama phantasia a nuestra representación de la realidad basada en hechos, y llama phantasmas a opiniones no basadas en la realidad, sino en algo imaginado. Por ejemplo, estar en la cárcel no suele ser algo deseado, pero se puede ver como el peor de los castigos (algo que no es real), o como un momento que puede aprovecharse para aprender y transformarnos. Los hechos que valoramos como negativos, podemos verlos como posibilidades para nuestro entrenamiento filosófico, para mejorar nuestro control sobre nosotros y agradecer a la vida esa posibilidad. Séneca decía: «Cada uno es tan desgraciado como lo cree».

Los tres últimos capítulos se dedican a fomentar el pensamiento crítico, una herramienta que somete a análisis los objetivos últimos de la acción del individuo que lo emplea. Especialmente interesante es el estudio de las falacias, formas de argumentar típicas de la clase política, con las que se pretende sustentar una idea basándose en elementos que nada tienen que ver con la misma. Algunas de las estudiadas son las falacias ad hominen, ad populum, ad baculum, la falacia del falso dilema y las falacias de apelación a la tradición o a la innovación. Por ejemplo, esta última falacia se emplea mucho para defender tradiciones (como la tauromaquia o la caza) o para defender lo nuevo (como todo lo tecnológico), pero nada es mejor (o bueno) por ser una tradición o por el mero hecho de ser algo innovador. Por eso, sin una actitud crítica, será muy fácil que nos manipulen desde la publicidad o desde la tarima de cualquier mitin.

Fuente original: https://www.revistaelobservador.com/opinion/99-ecoseleccion-blogsostenible/17849-filosofar-entre-rejas-de-jose-barrientos-ed

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